La Sofrología en la adolescencia
La adolescencia es una etapa que muchas personas viven con sufrimiento. Es frecuente ver jóvenes desorientados que no entienden los cambios que se producen en sus vidas; vidas que, a veces, se convierten en insoportables ante todo tipo de trastornos, problemas, conflictos con padres e incomprensiones.
Este fue el caso de Benyahia Khawla, una adolescente disgustada con la vida, que tuvo la oportunidad de descubrir la sofrología a los quince años. Gracias a ella se reorientó y, hoy, con diecisiete años, estudia letras, quiere ser psicoterapeuta y, por encima de todo, quiere ser Feliz.
Un proceso interior de dos años de duración
Benyahia sufría de todos esos males asociados a la adolescencia que hemos descrito al principio. Su único refugio eran los libros, una escapatoria para soñar e imaginar lo que no podía hacer en su vida familiar, escolar y social. Leer le permitía viajar, hacer e imaginar locuras; escapar de su vida diaria.
Fue en ese momento cuando su madre, angustiada por ver a su hija ante tal situación, buscó la ayuda de un sofroterapeuta. Posteriormente, Benyahia se inscribiría en una escuela de sofrología. Allí fue donde aparecieron por primera vez la armonía, la confianza en sí misma y la esperanza.
Aprendió a escucharse para poder equilibrar sus emociones, sus pensamientos y su comportamiento. Durante el primer año comenzó a actuar de manera diferente, así su forma de vida cambió también. A partir de entonces, dejó de emitir juicios y críticas y aprendió a no esperar resultados específicos acerca de nada.
La sofrología la condujo hacia la relajación y a tomar consciencia de sí misma y de lo que era. Descubrió que ya no era necesario arrepentirse de algo que pertenecía al pasado, y que lo importante era ser consciente de su realidad objetiva.
El segundo año de contacto con la sofrología comenzó a escucharse a sí misma, a decidir realmente lo que quería hacer con su vida y a desechar lo que ya no le servía.
La práctica de la técnica del “Sofro desplazamientos del negativo” le permitió desechar los pensamientos parásitos que no le permitían avanzar. Se vio con ánimo para cambiar las cosas que no le gustaban en su vida y comenzó a poner en marcha lo que ella realmente quería hacer.
Benyahia llegó a la conclusión de que el miedo al cambio había terminado. Descubrió cosas en ella que no conocía; se dio cuenta de que podía desarrollar sus capacidades tanto intelectuales como corporales.
La práctica de la sofrología ayuda a la persona a conocerse mejor, a reencontrarse consigo misma. Aprende a desechar los aspectos negativos que la hacen infeliz para dirigir su atención hacia las cosas positivas que le proporcionan armonía y paz interior.
Por ello, en una etapa como la adolescencia donde los conflictos interiores son tan comunes, la sofrología se convierte en una herramienta valiosa para sentar las bases de un proyecto de vida que hará que esos jóvenes se conviertan en personas felices dentro de su propia realidad.
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