En el año 2010, Martine Torrent fue diagnosticada de una enfermedad autoinmune llamada esclerodermia sistémica que la obligó a dejar a un lado su profesión y quedarse en cama sufriendo dolores musculares extremos y otras múltiples dolencias. Aconsejada por su médico internista entró en contacto con la sofrología; este hecho cambiaría el curso de su enfermedad y la transformaría a ella por completo.
Descubrir el ciclo fundamental
En las primeras sesiones, Martine ya percibió que lo que su mente pensaba no se correspondía con lo que realmente le estaba ocurriendo a su cuerpo como consecuencia de la enfermedad que la afectaba. No prestaba atención alguna a sus emociones ni tampoco a sus percepciones primarias y, lo peor, había perdido de vista sus propios valores.
Para ello, y durante el primer ciclo, recibió clases de respiración que la ayudaron a desplazar todo lo negativo y buscar todo aquello positivo que se encontraba en su propio interior, alcanzando de este modo un estado de serenidad. Gracias a ello, la percepción de los mensajes que le mandaba su cuerpo fue mucho más clara .
Paralelamente, la práctica de la técnica sofrológica denominada Sofro Schultz la ayudó a superar los problemas alimentarios que sufría como consecuencia de una parálisis en el estómago producida por su enfermedad. Esto hizo que remitieran de forma importante los dolores y le permitió ingerir alimentos sólidos. Además, también recuperó fuerza y energía.
Por otro lado, las técnicas de futurización, junto a la sofro-aceptación progresiva y la proyección de las aptitudes, le hicieron retomar la confianza en sí misma. Igualmente, recurriendo a las técnicas del pasado y a los recuerdos positivos, logró recuperar actividades que se había visto obligada a dejar a un lado (como por ejemplo, la conducción) o afrontar duras pruebas clínicas con confianza y serenidad.
Como ya hemos mencionado, la mente y el cuerpo de Martine parecían jugar en dos ligas totalmente opuestas. Por ello, y con la ayuda de la sofrología y sus técnicas, logró encontrar el equilibrio entre ambas partes y controlar las emociones, dándole importancia a lo que realmente era necesario. Y así, de este modo, al final de este ciclo, su estado de salud había mejorado significativamente y había podido dejar de tomar la medicación para el dolor.
Segundo ciclo: descubrir el “Yo frónico radical”
En esta fase, el descubrimiento de la Vivencia Frónica del sonido le permitió entrenarse para conseguir llevar a flote la energía que se encontraba en su interior. Con ello pudo desarrollar una sensibilidad particular y establecer una nueva relación con sus células, un hecho que la hizo sentirse más fuerte y que la ayudó a conocerse mejor.
En consecuencia, los sentimientos amorosos, de gratitud y de esperanza también se vieron reforzados y con ellos aprendió a vivir en equilibrio armonioso con su enfermedad, lo cual significó un verdadero renacer.
Tercer ciclo: la práctica de las técnicas de transportación
El hecho de que los dos primeros ciclos la ayudaran a tomar las riendas de su cuerpo y su mente consiguieron que se convirtiera en la protagonista principal de su propia existencia.
Así, valiéndose de sus experiencias pasadas y practicando las técnicas de transportación fue capaz de programar el futuro para vivir mejor el presente. Ahora, con las técnicas de transportación, sabe cómo y en qué condiciones quiere vivir situaciones futuras, hecho que la ha ayudado a superar pruebas diagnósticas durísimas con éxito y sin tener que recurrir a ningún tipo de sedación.
Hoy por hoy, Martine Torrent posee un Máster Especialista en Sofrología y ayuda a pacientes como ella a emprender el camino hacia la metamorfosis interior que les permita conocerse a sí mismos y controlar y superar sus respectivas enfermedades a través de la sofrología.
¿Quieres acceder al artículo completo? Clic en el enlace:
0 comentarios